Descubro esta película en el recientemente hallado blog de Mr. Lombreeze, gente culta e interesante con el que, hasta la fecha, ay, no coincido en ni una. El señor lombriz dice que es una joya, y a mi me parece del montón. Lo que me gusta, sin embargo, es la loca teoría vital que construye en torno a ella sobre la importancia de haber tenido amigos en la infancia y haber participado en alguna que otra comunión espiritual con ellos. Comparto también la idea de que el punk pudiera haber sido ese tipo de música (o no música) que propiciara ciertas rebeldías juveniles más allá de los problemas sociales y del marco geográfico en que surgió, pero no me parece justo que se pueda confundir el núcleo vital de aquella música (o no música) con sus posibles ecos en países y situaciones muy diferentes. ¿Quién no recuerda lo felices que se les veía a los socialdemócratas suecos desde el resto de Europa pasados los confusos años de la revolución sexual? ¿Qué rebeldía podían tener unos jóvenes a los que se les proporcionaba ordenadamente local e instrumentos para tocar?
Soy de los que piensa que cuando las coordenadas exteriores fallan, cualquier película se resiente. Otro aspecto que no acabó de convencerme desde el principio es el carácter andrógino de las dos chicas de la banda, luego tres. Cierto que hasta entonces el rock y el punk habían sido cosa de hombres, pero si había entonces un país en el que no se necesitara pasar por hombre para hacer punk, ese posiblemente sería Suecia.
A partir de esos peros ya podemos pasar un buen rato con las evoluciones de las tres crías y sus excelentes interpretaciones, pero a fe que el director estira más de la cuenta esos buenos ratos y que uno acaba también estirándose en el sillón para relajar los músculos y no dormirse.
En fin, que una estrella* spycin, indulgencia para no borrarla por si alguna vez vuelvo a tener tentaciones de cambiar de opinión, y foto de LUKAS MOODYSSON para recordar estas sus blandenguerías:
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