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martes, 9 de mayo de 2017

CREPÚSCULO EN TOKYO* - 1957 - YASUJIRO OZU



Primera película que vemos del celebrado Yasujiro Ozu, de quien el tan genial como rallado Wenders dijo maravillas (...y yo las conté aquí). Era moda por los años cincuenta poner la carátula en tecnicolor aunque la película estuviera rodada en blanco y negro así que no se me despisten con la primera imagen. Ni con lo que se cuenta por ahí del cine japonés (...que es buenísimo; de eso nada). Los primeros quince minutos disfruté mucho porque es como un documental sociológico y arquitectónico del Japón tradicional. Una musiquilla machacona con cuatro notas similares al pasodoble Valencia me empezó a mosquear un poco, pero las fotos de cielos y paisajes que insertaba entre escena y escena le daban un aire muy poético a la vida del padre solitario con traje occidental y a las historias de sus dos hijas con problemas amorosos.


Las salidas a bares y tugurios de la hija pequeña amplían la visión sobre el tipo de locales, la afición a la bebida, al juego, o el machismo de la época, pero a medida que pasan decenas de minutos sin que se produzca una buena historia y que las frases y gestos de los protagonistas nos llevan hacia un melodramón ininteligible, ya empiezo a dar al cursor del VLC para ver cuánto queda para que se acabe.




Y así, mientras con idas y venidas los tres personajes principales tardan más de hora y media en tomar forma, aparece de repente la madre, sin saber muy bien por qué los había abandonado (???).


Un pasaje de música trágica anuncia que la cosa se pone fea, y así es. Pero dos escenas después vuelve la tonadilla del pasodoble Valencia y las fotos intermedias del aire en las hojas de los árboles o de los andenes de las estaciones de tren. Después de que las hijas acusen a la madre de todas sus desgracias, ésta decide marcharse a vivir a otra parte y monta una escenita final esperando que le vengan a decir adiós (?).


Yo creía que no entendía a los japoneses porque nunca me había acercado a su cultura, pero cuanto más me acerco menos entiendo.

Le he puesto una estrella* spypcin porque como introducción a la arquitectura doméstica japonesa es absolutamente recomendable. Como introducción al alma japonesa igual también lo es, pero eso me preocupa más. De todos modos tengamos en cuenta que está hecha en los años cincuenta y que por aquella época también en Europa o Norteamérica se hacía cada melodramón de aúpa.



domingo, 31 de enero de 2016

TOKYO - GA ** - 1985 - WIM WENDERS



Tokyo y Japón en general, se me siguen resistiendo a un viaje. No por ello deja de interesarme esa parte del mundo donde viven los que mi amigo Jaime Allende llamaba "los marcianos de la Tierra".
La disculpa de Wenders para hacer una pintura cinematográfica de Japón es homenajear a YASUJIRO OZU, un director del cine clásico o primerizo que le asombra porque sus personajes podrían ser los padres, los amigos o los niños con los que se cruza Wenders por la calle. Me encanta la idea porque como ya he dicho aquí un montón de veces, a mí no me interesa el cine de truculencias, de acción, de sorpresas, o de gentes de mal vivir (que es el noventa por ciento del cine).


Aparte de ese interés por el cine de lo cotidiano, está la pintura urbana en la que siempre hay trenes pasando entre casas.


Frente al cine tan humano de lo próximo y la pintura del contraste urbano entre la arquitectura y el movimiento, Japón es país pródigo en frikismos de todo tipo (marcianidades, que diría Jaime).




Con ellas pasamos un buen rato y hacemos unas risas. Pero entre unas cosas y otras, y para cumplir el objetivo central de la película, Wenders planta su cámara ante las personas que trabajaron con YASUJIRO OZU y les deja hablar como es su costumbre: sin mirar a la cámara.



Fortuito o no, resulta divertido el encuentro con Werner Herzog en lo alto de un mirador de Tokio divagando sobre la naturaleza de las imágenes, su transparencia, su posibilidad de ser portadoras de la verdad.


TOKYO-GA no es cine, sino pintura cinematográfica, reflexión sobre el cine, sobre su pasado, su presente, su futuro y sus elementos de composición. Un documental que se ve con mucho agrado. Pero que como tal no puede recibir del spypcin más de dos** estrellas