Peliculón y dramón donde los haya. Y cuerpo a cuerpo entre dos actores que llenan la pantalla y nos llenan de angustia desde el primer minuto hasta el penúltimo, de nada menos que dos horas y media (!!!).
La primera película que vi de Cassavettes me rayó bastante (v FACES, sPyP 565) pero esto es otra cosa. Esto es cine con mayúsculas. Y aunque a mí no me gusta nada ir al cine para angustiarme, y menos con los primeros planos, los movimientos de la cámara precursores del cine Dogma y la pintura más certera de los lindes de la locura, a veces me tengo que rendir. Y este es el caso: tres estrellas*** sPyPcin.
Gena Rowland está inmensa en su papel, pero el concepto de diosas del cine que manejamos aquí es distinto de los méritos cinematográficos para obtener un Oscar, así que aunque aquí aplaudiríamos que le dieran el Oscar por esta película, siento no poder subirla a los altares y tendremos que esperar otra oportunidad que sin duda llegará.
Muy buenos los personajes secundarios de los suegros y los amigos del trabajo de Peter Falk, pero los personajes memorables de esta película son los tres niños que cargan con la demencia o la impotencia de sus padres. Las escenas de la playa, la de la camioneta o la del intento de subirlos al piso de arriba para apartarlos de su madre te dejan el corazón como un guiñapo. Impresionantes.
Me rindo. Ahora entiendo lo del culto a Cassavettes. Pocas películas tan intensas como ésta. Para verla, eso sí, cuando estéis lo suficientemente fuertes como para soportar dos horas y media de angustia sin apenas salir de casa.
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