Llevo un retraso considerable de películas vistas sin ponerlas aquí y aunque a veces me gusta que pase el tiempo antes de hacer un mínimo comentario por ver el tipo de recuerdo que me hayan podido dejar, mejor es que no pase mucho no sea que se me olviden del todo. Y es que, en mi modesta opinión, la mayoría del cine está condenado al olvido.
Sin ir más lejos, la película/documental que vimos el pasado 17 de abril (del 2016) sobre la corta vida de Amy Winehouse que se presentó en Cannes 2015 a bombo y platillo y luego se llevó un Oscar.
Pues bien, por aquello de que da información y porque siempre da gusto oír cantar a Amy Winehouse, el sPyP le da una estrella* pero sin otro motivo o razón que olvidarla sin mayor sentido de culpabilidad.
Y digo culpabilidad porque todo lo que sugiere la tragedia de Amy es un sentimiento de culpa generalizado que empieza por la descerebrada protagonista; sigue por su padre, el taxista judío que la tenía semiabandonada y se interesa por su hija cuando se da cuenta de que es un chollo; y continúa por el tarambainas de su amor que vive en la droga.
Culpa para todo el show business y la prensa sensacionalista que no cesa de acosar a su producto; y culpa para el oportunista director del documental por hacer un videoclip sin profundidad alguna de tan acumulativo caso de culpabilidades.
Si hay alguien que se salve es porque se quitó de en medio a tiempo, cosa que va a hacer el sPyPcin cuanto antes no sea que por verla (aún sin pagar) y no olvidarla cuanto antes, tengamos algo de culpa también.
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