Quizás sea porque la comedia de comunicados entre Rajoy y Puigdemont de la semana pasada no me había hecho la más mínima gracia, o quizás sea porque tuve una noche tonta, el caso es que no pudo ser más acertado que programar EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO en la noche del viernes pasado, porque en las tres horas que duró, no paré de reírme. Véase aquí una gran escena de eso que tanto llaman ahora "diálogo" (antes llamado "negociación") con una solución parecida a la yo expuse en mi Comunidad de Propietarios cuando quisimos poner el ascensor.... ja ja ja ja ja.
De ser yo periodista de cine en algún periódico, el titular con que abriría mi reseña seguramente sería el de EL CINE ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO, LOCO. Y es que cuando nos íbamos sentando en las butacas para ver este peliculón, la presidenta dijo con escepticismo aquello de "a ver si aún se puede ver/ o a ver cómo resiste el paso del tiempo".
El paisaje de las primeras escenas es formidable. Me entero por los pies de las fotos que hay en internet que son del desierto de Mojave situado entre California, Nevada y Arizona. Los grandes escenarios no garantizan grandes películas, pero esto empieza bien.
Pronto te das cuenta de que la película va de crashing cars y de una trampa tras otra, aumentando poco a poco el número de personajes (de tramposos) que tratan de dejarte en la cuneta.
Imposible aguantar a ese ritmo de golpes, trampas y risas tres horas, te dices. Pero en esas hace acto de presencia la aviación:
Y venga a reír también. Como en aquella serie de Aterriza Como Puedas que parece haberse inspirado en esta parte de EL MUNDO.
En el contrapunto a tanto espacio abierto está el juez de Nuremberg convertido en policía a punto de jubilarse atendiendo constantemente a su mujer y a los problemas de su hija. Fuera, más porrazos entre coches y avionetas. Más risas. Ya llevamos más de hora y media de golpes y carcajadas. Esto no puede seguir así. Es el momento de poner en la pantalla:
INTERMEDIO
Ja ja ja. Estamos viendo una de aquellas películas con descanso que intentaron ocupar el tiempo de las sesiones dobles. Pues nada, al ambigú a hacernos unas palomitas, coger un agua con gas y descansar un poco el diafragma.
La escena de la pareja encerrada en la ferretería es de las más tontas. Stanley Kramer le rompe la falda a la señora para que muestre su pierna hasta la cadera a ver si así la salva, pero ni por esas. La tercera estrella spypcin está en peligro.... Claro que, llegados a este punto se atisba ya el desenlace:
El poli se encuentra con la banda y...
... como era de esperar, se lleva la pasta, ja ja ja:
Apoteósica. Insufrible... pero no por mala sino porque las tripas ya no te dan para más.
Como en las salas de cine suele haber mucho tonto (y comentando no digamos), al final Kramer te cuenta el truco:
El truco infalible: que si le das la vuelta a la tragedia, te sale una gran comedia.
Y que si imagináramos a Rajoy y a Puigdemont, Trapero y Soraya, los Jordis y las familias socialistas haciéndose trampas y tratando de echarse uno a otro a la cuneta con sus coches oficiales, seguro que lo pasábamos mucho mejor que recordando nuestro triste pasado o pensando en nuestro incierto futuro.
Claro que..., más de tres horas no puede durar la cosa. ¡¡¡Y llevamos ya meses!!!
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