Aunque sea una película bastante tópica y tenga unos fallos evidentes, es un dos** estrellas sPyCin porque tiene una mirada lateral y muchas escenas de esas en las que los movimientos de los personajes ya no son tan tópicos como se pudiera uno imaginar. Es decir, que hay una aportación poética y muy bonita sobre un momento de la vida (el famoso primer año del BUP en América) en el que parece que todo es tonto y todo está dicho.
El problema más evidente de la película es que su director, STEPHEN CHOBSKY ( Pittsburg, 1970) es también el autor del libro (1999) en el que se basa la película y quiere meter los traumas truculentos que arrasta el protagonista y que evidentemente están de más.
Seguramente es por la adaptación de su libro escrito en 1999 por lo que llama mucho la atención que no haya móviles, ni ordenadores, ni ipods, sino máquinas de escribir, viejos teléfonos y hasta escritura con lápiz y papel, cosas impensables en adolescentes del 2012. Lejos de parecer anacrónica, eso le da un tono como intemporal que aumenta su calidad poética.
No es una película sobre la amistad, como dicen la mayoría de críticos de los periódicos y repiten los críticos aficionados del filmaffinity, porque no hay profundización en los lazos que unen a los protagonistas. A mí me parece que es una película sobre las dudas iniciales del amor, con un momento magistral (que es el del fotograma de arriba) y una incisiva frase de las que escuecen:
Muy bonita la escena del túnel en el que el protagonista se enamora (¿es verdad que nos enamoramos en un momento?) aunque la pose se la quedó ya para siempre Kate Winslet en Titanic (ay):
Preciosa la "otra chica" cuando quiere comerse al protagonista:
Y bellísimo el fotograma en que el pobre chico vuelve a sus "alucinaciones":
Ya digo, no es una película redonda ni mucho menos (ninguna de las dos actrices llega a diosa spyCin), pero nos reconcilia con los dieciséis años, esa época de la vida en que se puede ser (se es) mucho menos tonto de lo que parece. O al menos, eso es lo que intenta Chobsky poniendo a nuestros chicos en unas reuniones, partys, conversaciones o teatros, poco creíbles para su edad..., ay.
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