martes, 7 de febrero de 2017

MATCHPOINT* - 2005 - WOODY ALLEN




Escribir reseñas es un trabajo muy arduo que no estoy por hacer en este cuaderno de apuntes. Pero como estamos tan acostumbrados al género a veces me salen titulares. Si tuviera que hacer una reseña de MATCHPOINT para un periódico de esos que piden titulares que sinteticen todo (porque a veces los lectores no leemos más que los titulares) yo pondría: UNA DIOSA VENIDA A MENOS. 


En la célebre secuencia del encuentro sobre la mesa de ping pong entre Scarlett Johanson y Jonathan Rhys Meyers, Woody Allen parecía haber creado una gran diosa y todos los hombres del mundo dimos un respingo en el asiento.


Como no podía ser menos, Afrodita nos enseñó sus artes y sus juegos eróticos:


Y todos los pobres hombres del mundo pusimos más cara de bobos. Cuando la diosa parecía venirse abajo apareció la chica rebelde, y aún dimos un suspiro más:


Cuando vi Matchpoint por primera vez me quedé un poco chamuscado, y no sabía muy bien por qué. Algo había en la película que no me gustaba y lo achaqué a mi manía hacia Woody Allen. En la revisión de Matchpoint que hemos hecho las pasadas navidades me pareció mucho más entretenida que la primera vez, y sin embargo, creo que descubrí sus costuras. La película tiene mucho de juego elaborado en una mesa de trabajo, o sea, de literatura, o sea de artificio, o sea de falsedad. Y en ese jugueteo del guionista, la que se va por el sumidero es la diosa, que escena a escena empieza a convertirse en una mujer vulgar suplicando la atención del guapito jugador de tenis.




Como revimos Matchpoint justo después de haber descubierto a Jonathan Rhys Meyers en Velvet Goldmine, di en pensar que en vez de diosa, lo que se nos estaba ofreciendo en esta película era un nuevo diosecillo:


Pero la cara de tonto y de mentiroso del personaje que encarna Rhis Meyers, a mí no me hizo nunca tilín por muy guapito que sea el tío:


El adinerado padre de la familia protagonista parece un personaje de comic. No puede ser más tonto. O sea, menos creíble.


Y el personaje interpretado por Emily Mortimer, también se pasa de tonta. De tal palo tal astilla. Más plano que el de una fotonovela. Los únicos que de verdad resultan simpáticos son los polis de la última parte:


Hay fotos fuera del plató que parecen resumir todo lo que digo mejor que con palabras: Matchpoint es la sonrisa de Woody y Emily y la cara de pocos amigos de Jonathan y Scarlett


Y es que ya les vale ponerse a hacer dioses para luego regocijarse en mostrar que tienen los pies de barro. 

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