Tenía tantos premios y alabanzas de los críticos de todos los tiempos que no podía ser mala, pero a fecha de hoy lo único que la podría salvar es la arqueología, o sea, la moda, los coches y las ambientaciones chic de finales de los sesenta. Todo lo demás es insufrible. Ver de un lado para otro viajando sin orden ni sentido a una estúpida pareja de pijos con aspiraciones de progres en materia de amor y matrimonio es realmente insoportable.
Pero si el rollito entre los dos personajes centrales es pura basura en cuanto al tema del amor o las relaciones de pareja (que es lo que más alaban los sesudos críticos), la aparición de un tercero en juego no solo no anima su larga segunda hora (sí, ¡la vimos entera! )sino que la convierte en patética. Spycin no le da ni una estrella. Cero pelotero, fin del comentario y a poner una foto de Stanley Donen en sus años buenos, cuando hacía musicales como BAILANDO BAJO LA LLUVIA o peñículas del calibre de SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS.
Por el look de la foto podría tener cierto paralelismo con el arquitecto de la peli, es decir, el tipo de director vendido a los productores de Hollywood. Aún vive. Tiene noventa y dos años y debe de ser toda una reliquia de aquella gran industria:
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