Vemos VELVET GOLDMINE como de carambola y sin especial devoción por los asuntos que trata en plan biopic, es decir, las aventuras, conciertos y amores entre David Bowie e Iggy Pop.
Y vista así resulta entretenida, o sea que..., una estrella* spypcin, porque Jonathan Rhys Meyer es todo un Adonis, está guapísima, y se come la pantalla.
En el pase de los créditos me quedé asombrado del enorme esfuerzo musical realizado para hacer tan banal entretenimiento así que pensé (creo que acertadamente) que es la típica película de culto para fans y frikis, y que seguro que esconde muchas más historias igualmente entretenidas que hacen recomendable verla otra vez. Para abrir boca dejo aquí un enlace a una de esas reseñas (Ramón elogiosas, la de Ramòn Abello Miñano, que dan muchos datos.
En Spotify podéis encontrar un mix de los temas del soundtrack que te pone en ambiente pero que escuchado sin imágenes suena más a un collage glam de la radio que al tipo de cine videoclip de la peli.
La historia del periodista que parece armar la película es totalmente prescindible:
Y en el asunto del glam rock musical, frente a Bowie o a Iggy Pop, yo me sigo quedando con cualquier pieza o cualquier vídeo de los jrandes calaveras de Roxy Music que me parecen mucho más creativos y versátiles.
Aunque tampoco es mala sorpresa haber encontrado por aquí a Tom Yhorke (!) y a Shudder to Think, a quienes descubrí no hace mucho gracias a otra película (¡del mismo año!) que ya conté aquí y en la spymusic.